viernes, 28 de diciembre de 2012

La de tus cicatrices.

Claro que la conoces, la de las ojeras, la de "soy más fuerte que todos vosotros" pero luego anda rota por las esquinas... por ti. ¿Cómo no vas a conocerla? la primera en llevar tus camisetas por las noches, en lucir tus cicatrices. Claro que la recuerdas, y como la dejaste ir por miedo a... ¿a qué? no lo sabes ni tú mismo. Te gustaba conocerla así, la que se dejaba las llaves puestas, que no siempre se acordaba de cerrar todas las ventanas en invierno, y que más de una vez te ha dado un portazo. 
Y es que claro que conseguías que la temblaran las piernas, si solo tú sabías de ese vacío, que esas ojeras no eran un simple "es que esta noche no he dormido muy bien", que tío, hasta llegaste a aprender a hacer su café favorito, y mira que ni ella está muy segura. 
No me digas que ya no la recuerdas, si en estas cuatro paredes siguen retumbando tus "estás aún más preciosa cuando estás en mi cama", todas las veces que la prometiste que tus sábanas no cogerían otro olor, y ella solo sabía bajar la cabeza y sacar esa sonrisa socarrona que la dejabas siempre. Claro que te la ganabas, los dos sabíais perfectamente que tú no eras sin su risa retumbando en tu cuarto, y ella no llegaba a ser sin tus gilipolleces a media noche.
¿Tanto miedo te daba necesitarla casi tanto como ella a ti? mira, si ahora la has dejado hecha trizas, por eso de tu ausencia, por eso de que tus sábanas ya no huelan a ella. 

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