domingo, 24 de febrero de 2013

Ni recuerdos ni desvanecidos.


Solo somos piezas de un gran engranaje. Y mejor que ni si quiera ser.
Que por ser, ya no soy desde que mi vida se divide en actos. Antes y después, de nosotros, de ti, de ser piezas, formar parte de algo. “Que si tú me dices ven lo dejo todo” pero por estas cuatro paredes solo retumban los “vete” que jamás fui capaz de chillar.
He resumido cada parte que nos hemos saltado, y cada vez que intento perderme acabo encontrándote. Cómo no voy a querer echar a correr. Si se me revuelven las entrañas cada vez que marco tu número y me cuesta párrafos y párrafos no llamarte.
Párrafos y párrafos sin significado. Huecos, insignificantes. Intentando ser algo en este engranaje. Pero no. No pertenecemos, intentamos ser imprescindibles y acabamos siendo de repuesto. Así que nos quedamos en puntos suspensivos, sin saber bien qué somos, si somos. Y cada vez que intento marcar un punto final acabo relatando esa noche de invierno.
Ya lo he dicho, que odio la puta primavera. Que nunca me ha dado nada que no me haya quitado antes. Ni frío ni calor; ni recuerdos ni desvanecidos. Así que para qué, escribir, sobrevivir, seguir. Para qué. 




sábado, 23 de febrero de 2013

Solo para que derribes muros por encontrarme.

Hay noches que no. Que no me libro de mi rabia. Y todo por la puta primavera. 
Te juro que antes pasaba noches sin pesadillas. Pero si ya lo dije un día, que hasta que me quede sin nudillos voy a sobrevivir en este aislamiento. A veces duele, lo de esconder las emociones entre unos estúpidos paréntesis, ¿sabes? Pero también esto de escribir sin ser leída. 
Y es que a veces busco dónde esconderme solo para que derribes muros por encontrarme. Que tontería, ¿no? como lo de dejar la ventana abierta hasta en pleno invierno por si. Porque no voy a ser yo la que te deje ir. 
Porque tus cosas siguen igual pero con un poco más de polvo. Que desde que aquí solo hay un armario ocupado, nadie me obliga a salir de la cama y dejar mi libreta por al menos cinco minutos. Y menos mal. Aunque ya no sepa ni qué era eso de escribir con sentido, ya ni recuerdo qué me llevaba a ello si lo único que me sale al coger el boli es nostalgia y recuerdos. 
Así que ya me limito a marcar comas que acaban siendo puntos finales. Y ojalá...